lunes, 30 de julio de 2012

Sal con una chica que lee, por Rosemary Urquico


Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.

Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.

Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.

Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.

Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.

Por lo menos tiene que intentarlo.

Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.

Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.

¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo.

Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.

Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.

Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.

Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.


jueves, 26 de julio de 2012

Somos un espejo

Soy de ese tipo de persona al que le gusta disfrutar de cada mínimo momento de la vida sin importarle nada y pasando de todo.
Es una manera de vivir un tanto compleja, ya que requiere de mucha voluntad y valentía.
No todo el mundo puede desatenderse de todo y disfrutar. La mayoría vive preocupada por sus problemas, por lo que tiene o no tiene que hacer. Pero yo os haré una pregunta: si un problema tiene solución, ¿para qué te preocupas? Y si no tiene solución... ¿para qué te preocupas?... Es tan sencillo como eso. He ahí una de mis filosofías predilectas...La cosa es que todo el mundo busca complicarse la vida, haciendo una montaña de un minúsculo grano de arena.
No he vivido mucho, tan sólo unos 18 años y medio... y quizá con esa edad no sea la persona más indicada para darle lecciones a nadie, ni para dar consejos ni para buscar filosofías. Pero, ¿acaso no llevo razón?
Me he pasado mucho tiempo de mi vida preocupada por cosas de las que no debería preocuparme, montándome historias en mi mente sin pies ni cabeza, trabándome por cosas que no valen la pena... y he llegado a una situación en la que me replanteo si de verdad nada de eso importa.
Me he dado cuenta de que últimamente mi punto fijo es la muerte. Baso casi todo lo que hago en eso, en que algún día voy a morir. Y, pese a lo que penséis, no es algo deprimente. Al contrario, me hace ver la vida de otra manera, sabiendo que debo disfrutar todos y cada uno de los minutos de mi vida.
Sé que debo estudiar, sé que algún día debo trabajar, sé que debo de hacer esto o hacer lo otro si no quiero terminar en la calle o si quiero tener el dinero suficiente para hacer aún más cosas de las que pretendo. Pero, yo vivo para vivir, no vivo para trabajar ni para estudiar.
La mayor parte de la gente, si están estudiando/trabajando y sus amigos les proponen un plan, lo rechazan por la simple razón de que están estudiando/trabajando. Yo no. Pero no porque sea una irresponsable, si no porque creo firmemente en que la vida está para VIVIRLA. No te digo que no estudies. No te digo que no trabajes. Pero tampoco te digo que no vivas.
Si las personas disfrutásemos un poco más, si aprendiésemos a ignorar los problemas y sacarle el jugo a cada situación para hacer que la adrenalina y la pasión corra por nuestras venas, todo sería mucho más fácil.
El dolor siempre estará ahí, ¿pero qué ganas sumiéndote en él?
Ni un desamor, ni un trabajo, ni una responsabilidad ni NADA debería impedirnos poder vivir plenamente.
Lo que yo hago es decirme a mí misma: "mañana podrías morir, ¿de verdad quieres que lo último que hayas hecho en tu vida sea haber ignorado una cena con tus amigos por quedarte a estudiar?" Y ya nunca me arrepiento de las cosas que hago. En un segundo podemos irnos, desaparecer. Hágamos que nuestra vida valga la pena.

Tienes que mirar a los ojos del tiempo y decirte a ti mismo que no te vas a permitir morir sin antes haber vivido.


"La esencia de la vida es ser uno mismo. Nunca cambiéis ni dejéis que nadie os cambie."~Garson(L)

jueves, 12 de julio de 2012

A ghost

Todos tenemos defectos. Absolutamente todos. A esa regla, no hay nadie que se escape, no hay excepción.
¿Existe la perfección? No, no existe. ¿Y por qué no? Porque la perfección se basa en la percepción, en un todo subjetivo que abarca desde los rasgos físicos, las habilidades y el comportamiento hasta la forma de ser. Para lo que una persona puede resultar agradable, para otra puede resultar horrible. Los seres humanos no somos iguales unos de otros, somos absolutamente diferentes entre nosotros. Tenemos gustos distintos, vemos la vida de distinta manera. No importa la manera en la que nos hayan educado ni el sitio en el que vivamos: nadie piensa igual.

Por eso no existe la perfección.

Aunque, pensémoslo. ¿Qué tiene de bueno la perfección? 
Una persona perfecta. Alguien incapaz de cometer un sólo error en toda su vida. Una persona experta en cualquier tipo de deporte o habilidad, superdotado en cuanto a inteligencia, de físico envidiable y comportamiento impecable. 
¿De verdad alguien quiere ser así?
Alguien que no es capaz de cometer ni un sólo error tampoco es capaz de aprender la lección que ese error le suministra. Una persona experta en cualquier ámbito o superdotada no siente la emoción de ganar, ya que lo hace siempre. Una persona de físico envidiable jamás sabrá si le quieren sólo por eso o por ser ella misma. Una persona de comportamiento impecable, incapaz de salirse de las normas o de cometer una locura, resulta... aburrida.
Exacto, eso es. Aburrida.

La perfección es aburrida.

Entonces, ¿por qué tanta gente busca la perfección?
Siempre he pensado que buscamos mal. Buscamos ser perfectos nosotros, tener un gran físico, tener muchas habilidades... cuando lo que deberíamos buscar es ser perfectos, sí, pero perfectos para alguien. Que alguien nos vea perfectos pero por lo que somos, por lo que tenemos..no por lo que deberíamos tener.
Alguien que nos vea perfectos con nuestros kilitos de más, con nuestras estrías, nuestra celulitis y cualquier tipo de imperfección del cuerpo.
Alguien que nos vea perfectos por nuestros fallos, por nuestra torpeza o por nuestros despistes.
Alguien que nos vea perfectos por nuestros cambios de humor, por nuestras rabietas inesperadas o por nuestras lágrimas sin sentido.
....
Alguien que nos vea perfectos tal cual somos.

Con todos nuestros defectos.

Yo no soy ni mucho menos perfecta. Al contrario, creo ser una de las personas con más defectos sobre la faz de la Tierra. Creo que incluso dentro de mis virtudes tengo defectos. Soy todo un caso.
Las personas no suelen durar mucho tiempo a mi lado. Y con eso no me refiero sólo a los novios, si no a todos en general. Creo que los alejo, que los echo de mi vida. ¿Y por qué los alejo? No lo sé. Simplemente... pasa. Aunque sé que es culpa mía, que es mi forma de ser lo que hace que lleguen al punto en el que un día ya no pueden soportarme más... y se van.
No les culpo. Seguramente, si yo fuera una persona externa, también terminaría alejándome de mí. Creo que incluso, si pudiese alejarme de mí misma ahora, lo haría.
Soy sumamente insoportable. No es que sea bipolar, es que soy totalmente inestable. Paso del cariño y la alegría a la amargura y la grosería en 0 coma.
Entiendo que las personas me prometan que van a estar a mi lado siempre. Si son mis amigos, es normal que lo hagan, ¿no? Igual que también entiendo que rompan esa promesa al poco tiempo de haberla hecho, ya que "permanecer a mi lado siempre" es una misión imposible y un tanto suicida. Soy yo quien hago que esas personas dejen de preocuparse por mí y se aparten, con mis continuos desdenes, pensamientos "random" y mis contestaciones bordes, además de mis indirectas.
Sin embargo, aunque soy yo quien provoca que deje de importarle a la gente, eso no evita que me duela y me sienta mal cuando lo hacen o que les eche en cara que una vez prometieron "permanecer a mi lado y estar para mí". Porque quizás haya sido yo quien les echó de mi vida, pero si alguna vez estuvieron en ella, me importaron.
Hay gente que me ha acusado de sumirme en la soledad. Me dicen que no soy capaz de ver lo que tengo y que me abandono a estar sola. Pero eso no es verdad. O quizá sí lo sea, pero esas personas no saben qué es lo que he pasado en mi vida. Y quizá haya personas que en su vida hayan pasado por cosas peores que yo y que me digan "pues yo he tenido una vida mucho peor y aquí me tienes, tirando para delante blablablablablabla".  Pero es que no todos somos iguales. Quizá sea que a mí las cosas me afectan de forma diferente, que para mí un simple gesto de desprecio o un abandono me marque más que a cualquier otra persona. Pero es que, como he dicho antes, ningún ser humano es igual a otro.
Y aún cuando todas las personas que han pasado por mi vida han acabado por alejarse a lo largo del tiempo, es algo a lo que no logro acostumbrarme, a pesar de que es un algo continuo.
Cada vez que alguien me abandona es como una patada en el estómago que me dificulta el respirar. Veo cómo se alejan y es algo que no puedo evitar, a pesar de que lo intento. Y sí, lo intento. Intento con todas mis fuerzas aferrar a esa persona a mí. Intento cualquier método para evitar que se vaya, para hacer que se quede a mi lado como una vez prometió. Pero es inútil. Es inútil, porque he sido yo misma quien ha alejado a esa persona, quien ha hecho que deje de importarle, quien la ha echado a patadas de mi vida.
Y esa sensación... esa sensación de impotencia, esa sensación de estar continuamente sola es lo que la gente no entiende. Me critican. Me juzgan. Me recriminan que digo estar sola cuando estoy rodeada de gente. Pero no se dan cuenta de que cuando, a lo largo de toda tu vida, durante 19 años, has visto cómo todo el mundo se ha apartado de ti y que nadie de los que está ahora mismo contigo son los mismos que estaban hace un par de años, la sensación de soledad es algo inevitable.
¿Y qué hago para que la gente se aleje? Ser yo misma. Ese es el problema.
Cuando tengo un día malo, no puedo evitar el volverme borde, seca y celosa. Me invade un sentimiento de "no soporto a la gente" que no puedo remediar y soy incapaz de hablar con nadie. En mis días malos todo el mundo me cae mal. Miro con desprecio el móvil cada vez que suena, ignorando a cualquier persona que esté al otro lado de la línea o del whatsApp. En mis días malos me vuelvo egoísta, grosera y criticona. Me vuelvo contra el mundo. Es un odio generalizado, no dirigido a nadie en particular. En mis días malos me encierro tanto en mí misma que ni yo logro encontrarme. Y es precisamente en mis días malos cuando la gente empieza a tomar constancia de que no valgo la pena... y empiezan a alejarse.
Pero, ¿qué puedo hacer yo? Soy así. Es mi carácter. Es mi forma de ser. Es algo que forma parte de mí y que no puedo cambiar. 
También hay veces en las que soy yo quien se aleja.. pero es que ¡necesito desconectar! Cada día, cada minuto tengo a alguien encima deprimido que me pide ayuda y que me cuenta sus problemas, volcando en mí todo lo que le pasa.
Y yo estoy ahí. Estoy ahí para todo el mundo a pesar de que no hay nadie para mí. Escucho atentamente todo lo que me cuentan, intento hacer cosas que animen, me vuelco en ingeniar detalles que alegren a esa persona. Pero es que son muchas personas y llego a un punto en el que necesito relajarme y pensar en mis propios problemas. Supongo que eso es algo que la gente también ve como un defecto, el hecho de que en ciertos momentos pase de todo el mundo. Pero no creo ser la única persona a la que le importen esas personas, tiene que haber alguien más en sus vidas para atenderles y escucharles. No entiendo por qué tengo que ser yo quien se coma todos sus marrones.
La diferencia entre ellos y yo, es que yo me alejo por un corto espacio de tiempo, no más de un día o dos: ellos se alejan para siempre de mí. 
Y ahí tenemos otro de mis grandes defectos: espero más de las personas sólo porque yo estoy dispuesta a dar mucho más por ellos. Siempre acabo idealizando todas mis relaciones (amores/amistad). Me creo altas expectativas, esperando a que reaccionen de una forma.. cosa que no ocurre nunca. Y entonces, cuando no reaccionan como yo espero, me llevo el chasco. Y me cabreo. Claro que es un cabreo irracional, ya que no es culpa de esa persona si no mía por haberme creado esas esperanzas, pero aún así me cabreo. Y, cómo no, termino comportándome borde con esa persona. Otra de las muchas razones por las que terminan alejándose de mí.
No soy la mejor persona del mundo. Ni siquiera soy buena. Es más, soy un desastre. Como me dijo una vez una amiga mía: "soy una artista sin memoria sólo con ojos para mis obras". Y es cierto. Respecto a todo lo que tenga que ver con mi talento o con lo que me gusta, no hay nada que se me escape. Pero cuando se trata del resto... soy todo un desastre. Mi cabeza no da para más, no es capaz de acordarse de un dato que yo considere sin importancia por mucho tiempo. Y aunque sea un dato importante, si no tiene relación con mis obras, lo olvido al instante. Y mucha gente se enfada conmigo por ello todo el tiempo. Porque olvido algo en mi casa, porque no recuerdo que había que hacer cierto trabajo, porque no recuerdo algo que dijeron.... 
Y además, soy una duda continua. Me paso la mayor parte del tiempo cuestionándomelo todo a mi alrededor. Y por esta razón no pienso como el resto. Soy como la oveja negra del rebaño, que no sigue a los demás borregos, si no que se escapa a donde el pastor no la pueda ver. 
Siempre ando cavilando en mil cosas distintas. Formulando distintas teorías sobre todo aquello que me rodea. Dios y el Diablo, por ejemplo. Nadie entiende por qué me fascina tanto Lucifer, y es que no saben que mi imagen de éste no es la misma que tienen ellos y a mi forma de verlo no es nada malo. Y esa forma de pensar, el hecho de cuestionármelo todo, de defender el derecho de las personas a expresarse como quieran sin que tengan que ser criticadas por el resto de la sociedad por lo que hagan, es lo que causa aprensión en la gente hacia mí. 

Creo que puedo decir sin equivocarme, que no hay absolutamente nada de mí que no aleje a la gente. Mis defectos son demasiado complicados. Y, aparte de complicados, son muchos. Demasiados. Nado entre defectos.

Nadie en su sano juicio llegará a verme perfecta por lo que soy, por mis defectos.

Yo soy la excepción que confirma la regla.

Pero al menos yo no me oculto y soy sincera con lo que soy. Sola, sí, pero siendo yo misma.

Mírate al espejo y dime lo que ves. ¿Qué máscara llevas hoy?